En 1985, la ‘Mamba Negra’, Roger Mayweather, sufrió una aplastante derrota ante la leyenda mexicana Julio César Chávez.

En aquella pelea, Chávez logró noquear al estadounidense en apenas el segundo asalto, lo que significó una caída humillante para Mayweather. Cualquiera pensaría que, tras una derrota tan contundente, Mayweather mostraría mayor humildad, pero lamentablemente esto no ocurrió.

Después de aquella derrota, Roger Mayweather inició una impresionante racha de victorias que finalmente le otorgó la ansiada oportunidad de enfrentar nuevamente al ‘César del boxeo’.

Esta segunda pelea tendría lugar en la división superligero, categoría en la que Mayweather ya se había coronado campeón mundial. Curiosamente, aunque Chávez ya lo había derrotado anteriormente, en esta ocasión el mexicano sería el retador, obligado a subir de peso, mientras que Mayweather defendería su título en su división natural.

Entre ambos enfrentamientos, Mayweather acumuló ocho victorias consecutivas, seis de ellas frente a boxeadores mexicanos. Esto llevó al público a apodarlo “el destructor de mexicanos”.

La esperada revancha ocurrió el 18 de marzo de 1989 en el hotel Hilton de Las Vegas, Nevada. Desde el primer round, Mayweather mantuvo la distancia cuidadosamente, tratando de evitar un desenlace similar al anterior. Su estrategia consistía en moverse constantemente, lanzar jabs precisos y combinar golpes cuando fuera posible. Durante los dos primeros rounds, esta táctica funcionó a la perfección.

Julio César Chávez, claramente incómodo, decidió intensificar su presión desde el tercer asalto, aunque ninguno parecía ceder terreno fácilmente. Al finalizar el cuarto round, Mayweather conectó dos poderosos derechazos seguidos por una ráfaga de golpes, lo que lo hizo sentir que llevaba ventaja en las tarjetas, y así era: Roger estaba dominando claramente el combate hasta ese punto.

Sin embargo, a partir del quinto episodio, la velocidad y energía de Mayweather comenzaron a disminuir notablemente. Empezó a recurrir constantemente a los abrazos para detener los ataques de Chávez, lo que provocó abucheos del público. Desde el sexto round, Chávez aprovechó para incrementar la presión y comenzó a causar daño visible en el rostro del estadounidense.

Durante el séptimo round, Mayweather mostró claros signos de cansancio, mientras Chávez no dejaba de lanzar combinaciones agresivas, aunque muchas chocaban contra la sólida defensa del campeón. A pesar del declive evidente, Mayweather sorprendió a todos en el octavo round con el famoso baile “Ali shuffle”, intentando demostrar confianza y superioridad, además de provocar a Chávez.

Aunque Mayweather había dominado claramente al inicio, Chávez demostró su clase y perseverancia al revertir gradualmente la situación. Al llegar al décimo round, el público estaba totalmente entregado al espectáculo. Mayweather intentaba mantenerse lejos del alcance de Chávez, pero tras diez intensos asaltos, su resistencia estaba agotada. Su rostro inflamado y ojos casi cerrados evidenciaban el castigo recibido. Al llegar a su esquina, Mayweather confesó a su equipo que no podía seguir.

Así, Roger Mayweather decidió rendirse sentado en su esquina, negándose a salir para el onceavo round. De esta forma, Julio César Chávez hizo historia, conquistando un campeonato mundial en una tercera división diferente y consolidando aún más su legado legendario en el boxeo.