Rafael no es famoso, pero si te digo que lo que hizo por su hijo parece sacado de una película, no estoy exagerando. Porque una cosa es celebrar una graduación… y otra muy distinta es lo que él y su esposa organizaron.

La emoción empezó como en cualquier familia: con el orgullo de ver al hijo terminar una etapa importante. Pero ellos no se conformaron con un brindis sencillo o una cena entre parientes.

No. Decidieron tirar la casa por la ventana —literalmente— y convertir la ocasión en una fiesta inolvidable.

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Globos, decoración impecable, música, comida, invitados felices y ese aire de “esto se va a recordar por años”.

Cada rincón tenía un detalle, cada gesto hablaba del amor y el esfuerzo de dos padres que quisieron gritarle al mundo cuánto les importaba ese logro.

Y claro, como toda buena historia, hay una parte que las palabras no alcanzan a contar. Porque hay cosas que hay que ver para entender el nivel de fiesta que armaron.

Y ese momento, ese resumen de todo lo vivido, está en el video que te dejo al final. Una joyita que muestra lo que pasa cuando el orgullo de padre se convierte en celebración a lo grande.

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