Tengo 20 años y soy peluquero, sin nada especial en mi vida hasta que ella entró. Ella se llama Hằng, tiene 60 años y es directora de una empresa de materiales de construcción. Tiene un rostro lleno de arrugas, pero es muy inteligente. Siempre me dejaba una propina 10 veces mayor que el precio del servicio. Con el tiempo, se fue interesando más en mí y en mi situación.

Un día, ella me dijo: “¿Quieres cambiar tu vida? Cásate conmigo. Soy vieja, pero no te trataré mal”.
Me reí pensando que era una broma. Sin embargo, unos días después, me mostró las escrituras de una propiedad, documentos de un coche y extractos bancarios. Todo estaba a su nombre. “Solo tienes que firmar el certificado de matrimonio, y todo esto será tuyo”.
Cuando le conté a mi familia, se opusieron. Mi madre lloró durante una semana entera y mi tía me maldijo: “¡Qué vergüenza para la familia, un parásito que se aferra a una vieja por dinero!”.
Pero me casé con ella de todos modos. Por orgullo y porque… realmente creía que ella no solo me estaba comprando con dinero.
La noche de bodas y el impactante secreto detrás del vestido
La boda fue discreta, sin muchos invitados, solo unas pocas personas de su lado. Recibí las escrituras de la propiedad y las llaves de un Lexus LX 600 que ella había puesto en un sobre de boda.
La miré en su vestido de novia blanco, con su rostro cuidadosamente maquillado, y me sentí confundido. Ella sonrió y me dijo: “Sé que te has esforzado. Ahora es el momento de cumplir mi promesa”.
La ayudé a entrar en la habitación de la boda. Sus manos temblaban. La ayudé a cambiarse el vestido. Pero cuando la tela cayó, me quedé helado y casi me caigo del shock.
Su espalda estaba cubierta de grandes y pequeñas cicatrices, que iban desde la nuca hasta la cintura. Algunas eran nuevas y rojas, como si le hubieran aplicado una descarga eléctrica o la hubieran arañado.
Tartamudeé: “¿Qué… qué pasó aquí?”.
Ella se cubrió con una bufanda, con los ojos perdidos en la distancia: “Ese es el precio que tuve que pagar para llegar a donde estoy hoy. Fui la amante de un hombre, la esposa legal me agredió, fui empleada doméstica y mis jefes me maltrataron… Subí desde lo más bajo. No hay nada de qué avergonzarse”.
Me quedé en silencio. Pero la historia no terminó ahí: unos días después, descubrí una verdad aún más impactante.
Después de la boda, ella me dejó vivir cómodamente. Tenía un coche, una casa y dinero. Pero ella no podía dormir por las noches. La vi llorar varias veces en el baño. Una noche, miré su teléfono en secreto y vi… un video de vigilancia de un hombre colándose en su empresa a las 2 a.m.
Tuve mis sospechas. Busqué más información y me sorprendió descubrir que era su hijo biológico, buscado por malversación de fondos y agresión.
Cuando se lo pregunté directamente, ella no lo negó: “Me casé contigo… para enfrentarlo a él. Me amenazó con quitarme todas mis propiedades después de mi muerte. Así que te las transferí a ti, como una forma de enfrentarlo”.
“Yo no quería amor. Solo quería morir en los brazos de alguien en quien confiara y que no me traicionara”.
Ahora vivo la vida de otra persona: tengo dinero, fama, e incluso gratitud… pero también soy la sombra de una mujer que ha sufrido todo tipo de dolor.
Una noche, me abrazó y lloró: “Si un día ya no estoy… quema todos los documentos. Vive tu propia vida, no sigas viviendo mi sueño sin terminar”.
Y me di cuenta de que no solo soy un “esposo joven”… me he convertido en el último testigo de una vida trágica.
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