Papá no está muerto, está debajo del suelo,” dijo la niña, y la policía comenzó a cavar… 😲😲😲

En un tranquilo vecindario llamado Colinas de Maplewood, el silencio de una mañana común en la comisaría local se rompió con una frase susurrada por una niña de cuatro años llamada Anna. Abrazaba con fuerza un oso de peluche, y su rostro pálido junto a sus grandes ojos temblorosos dejaban entrever un secreto demasiado oscuro para alguien tan pequeña.

Cuando el jefe de policía, Mark Rivers, se inclinó suavemente y le preguntó: “¿Sabes a dónde fue tu papá, cariño?”, la respuesta de Anna heló la sangre en la sala:
“Está debajo del suelo de la cocina… donde las baldosas son más claritas. Dice que tiene frío.”

El ambiente se volvió espeso, y un silencio inquietante cayó sobre todos los presentes. Sus palabras resonaron como si vinieran desde el más allá.

El caso, en un principio, había parecido de lo más normal: un reporte por desaparición de Julian Grant, presentado no por su esposa, Martha, sino por una vecina preocupada, Frances Davis, quien además llevó a Anna a la estación. Martha, por su parte, se mostró serena, sin lágrimas ni señales de angustia. Alegó que Julian tenía la costumbre de irse por varios días, y que no era la primera vez que desaparecía.

Sin embargo, los vecinos susurraban historias diferentes: discusiones violentas, objetos rotos durante la noche, y una cámara de seguridad que captó a Martha saliendo de la casa con Anna en brazos a las 3 de la madrugada… y regresando sola, con bolsas llenas de materiales de construcción.

Su excusa de estar renovando el suelo de la cocina por problemas de humedad se desmoronó rápidamente cuando los investigadores notaron que justo en la zona que Anna mencionó, las baldosas brillaban más de lo normal, como si hubieran sido colocadas recientemente… o como si escondieran algo.