Con porte, carisma y una fuerza interior que ya le corre por las venas gracias a una familia llena de historia, Lina Luaces —la hija de Lili Estefan— nos dejó sin aliento con su más reciente pasarela.

Ya no es solo una modelo con experiencia internacional, sino una aspirante a representar a Cuba en el Miss Universo 2025. Y sí… tengo tu video, que está cargado de pura emoción.

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Lina, de 22 años, llegó al casting oficial en Miami decidida a llevarse la corona cubana, enamorada de sus raíces y con un propósito más grande que brillar: ser la voz de quiénes no pueden alzar la suya.

En ese escenario mostró el estilo suyo, esa mezcla de elegancia y fuerza que la distingue en cada pasarela.

Lili Estefan no solo fue una madre orgullosa sentada en las butacas, observando cada paso de su hija con ojos brillosos. Fue también guía, compañera y pilar en todo el proceso. Como animadora, como mujer de experiencia en los medios y sobre todo como mamá, estuvo a su lado desde el primer ensayo hasta el gran momento. No se limitó a aplaudir: la apoyó emocionalmente, la aconsejó con ternura y, con esa red de contactos que ha construido a lo largo de los años, incluso logró que su hija pudiera conversar con Clarissa Molina, quien no dudó en compartirle valiosos consejos de reina.

Pero más allá de todo ese respaldo, lo que realmente nos conmovió fue el momento en que Lina cruzó la tarima. Su presencia no fue la de una joven buscando brillar por inercia o por tradición familiar. Fue la de alguien que transmite seguridad, propósito y un mensaje profundo. Cada paso sobre el escenario parecía cargado de significado. Con determinación y humildad, dejó claro que no busca triunfar solo por llevar un apellido reconocido, sino por construir su propio camino, su propio nombre y su propia historia.

Ese instante nos erizó la piel. Fue más que una pasarela: fue una declaración de identidad, de esfuerzo y de sueños que se forjan con autenticidad. Y si alguien tenía dudas sobre si Lina estaba ahí por mérito propio, su entrega sobre el escenario lo dejó absolutamente claro.

«Siento que puedo hacer mi nombre”, respondió con firmeza frente a los jueces.»

Y como broche de oro, fue imposible no notar todo lo que había detrás de cada paso que dio sobre la pasarela: esas horas de preparación junto a su mamá, ese vínculo inquebrantable lleno de apoyo y amor, y por supuesto, ese espíritu cubano vibrante que lleva en la sangre y que la impulsa a brillar con fuerza propia.

Cada movimiento reflejaba la pasión, la disciplina y la ilusión de alguien que no solo quiere cumplir un sueño, sino también honrar sus raíces. Fue un momento lleno de emoción que quedó capturado en ese video que ahora tienes frente a ti —una pasarela que no solo mostró belleza exterior, sino también carácter y corazón.

¿El resultado? Hoy puede decir con orgullo que es candidata oficial para representar a Cuba en el importante certamen que se celebrará este verano en la ciudad de Hialeah. Un paso más hacia un sueño que, sin duda, está construyendo con esfuerzo, talento y una identidad que la hace única.