Saúl “Canelo” Álvarez es reconocido como uno de los mejores boxeadores del mundo.

Su disciplina, fuerza y determinación lo han llevado a lo más alto del deporte. Sin embargo, detrás de su imagen de campeón, hay una historia que pocos conocen, un drama familiar que casi lo destruye antes de una de las peleas más importantes de su carrera.

Todo ocurrió semanas antes de su combate contra Rocky Fielding en el Madison Square Garden. En la madrugada, Canelo recibió una llamada que cambiaría su vida.

Una voz distorsionada le dio un mensaje aterrador: su hermano Rigoberto había sido secuestrado. Los criminales exigían un rescate de 5 millones de dólares y prohibieron cualquier contacto con la policía o los medios.

La mente del boxeador, entrenada para reaccionar en segundos dentro del ring, quedó paralizada. Intentó llamar a su hermano, pero solo obtuvo buzón de voz.

Desesperado, contactó a su familia en México y confirmó la peor noticia: Rigoberto había desaparecido y su coche fue encontrado abandonado con manchas de sangre.

A pesar de la angustia, Canelo tomó una decisión firme: no cancelaría su pelea. No solo estaba en juego su carrera, sino la seguridad de su hermano.

Junto a su equipo más cercano, organizó en secreto la recolección del dinero. Cada entrenamiento, cada entrevista y cada aparición pública se convirtieron en un acto de disimulo, mientras en su interior vivía una pesadilla.

Los secuestradores aumentaron la tensión cuando llamaron de nuevo exigiendo 7 millones de dólares en solo 48 horas. La voz de Rigoberto apareció en la línea, débil y temblorosa: “Me rompieron el brazo ayer, dijeron que era un recordatorio”.

En ese momento, la rabia y el miedo de Canelo se mezclaron. Quería acabar con los criminales, pero sabía que debía mantener la calma.

Finalmente, su hermano menor, Ricardo Álvarez, organizó el pago en México. El dinero fue entregado y horas después, Rigoberto fue liberado. Golpeado y debilitado, pero vivo.

Días después, Canelo subió al ring en Nueva York. Nadie en la arena sabía el infierno que había vivido. Su actuación fue impecable y noqueó a Fielding en el tercer asalto, conquistando otro título mundial. Peleó con el peso de un drama familiar sobre sus hombros, pero sin mostrar una sola grieta en su determinación.

Esta historia, que el propio Canelo reveló años después, demuestra que su mayor batalla no fue en el ring, sino fuera de él. Su capacidad de resistir la presión y mantenerse firme ante la adversidad es lo que lo hace no solo un campeón del boxeo, sino un verdadero guerrero de la vida.