George Foreman fue mucho más que un campeón del boxeo.

Fue un símbolo de redención, un empresario exitoso, un hombre de fe y, según algunos, una amenaza para los poderes que operan detrás del telón. Su legado parecía estar escrito: oro olímpico, campeón mundial, renacimiento espiritual y éxito comercial. Pero ahora, una nueva narrativa comienza a emerger: la de un hombre que sabía demasiado… y que fue silenciado antes de poder hablar.

Los medios informaron que Foreman falleció por causas naturales. Una despedida sencilla, sin demasiadas preguntas. Pero un reciente video viral afirma que esa versión es solo la fachada, una historia conveniente construida para ocultar algo mucho más oscuro.

Según el video, semanas antes de su muerte, Foreman comenzó a actuar de manera extraña. Hablaba de secretos, mencionaba nombres y se reunía con personas desconocidas. Incluso afirmó a un amigo cercano: “No me siento yo, algo me está drenando desde dentro.” Poco después, murió. Sin causa médica clara. Sin autopsia pública. Sin ruido. Solo silencio.

Lo más inquietante es que Foreman, al parecer, estaba escribiendo un libro explosivo. Un manuscrito que contenía revelaciones sobre su vida, sus experiencias cercanas a la muerte, y presuntas conexiones entre entidades religiosas, políticas y médicas que, según él, manipulaban la verdad a escala global. Ese libro ha desaparecido. Ni su editor ni su familia tienen copia. Su ordenador fue formateado y su nube de respaldo está vacía. Su hijo mayor, el único con versiones impresas, ha desaparecido de la vida pública.

En paralelo, el video revela que Foreman visitó una clínica privada sin cartel, donde habría recibido una inyección experimental sin autorización federal. ¿Qué era ese tratamiento? ¿Qué le prometieron? ¿Quién lo convenció?

Pero la pieza más perturbadora es un fragmento de audio presuntamente grabado por Foreman poco antes de morir. En él, dice:

“Si están escuchando esto es porque ya no estoy. Yo vi cosas. No todo lo que brilla es fe. Hay un plan, y yo formé parte sin saberlo… Lo que más temen es que la gente despierte.”

Estas palabras, con tono firme y grave, no suenan como las de un hombre en paz. Suenan como una advertencia.

La teoría sugiere que Foreman comenzó a investigar donaciones millonarias al centro juvenil que fundó en Houston. Dinero que provenía de fundaciones con vínculos con farmacéuticas y que ingresaba sin control. Cuando pidió revisar los contratos firmados en su ausencia, se le bloqueó el acceso. Luego murió.

El mural del centro que decía “Nunca es tarde para volver a levantarte” fue retirado. Las instalaciones permanecen cerradas por “renovaciones”, aunque no hay obras visibles. Se han instalado cámaras nuevas. Nadie da declaraciones. ¿Están reescribiendo su historia?

Además, varios periodistas independientes que intentaron investigar el caso reportaron ataques informáticos, suspensiones laborales y eliminación de material. Tres de ellos abandonaron sus redes sociales y desaparecieron del foco mediático.

En una de las supuestas páginas filtradas del manuscrito, George escribe:

“Este sistema está podrido. El boxeo solo fue el principio. Hay algo más grande detrás, algo que usamos todos los días y no vemos.”

¿Qué era eso? ¿Qué estaba a punto de revelar?

George Foreman también tenía programada una charla privada con exatletas retirados, titulada “Lo que no me dejaron decir en el ring y lo que descubrí fuera de él”. Iba a realizarse el 28 de marzo. Foreman murió el día 21. Los asistentes confirmados no han dado señales desde entonces.

¿Coincidencias? ¿Exageraciones? Tal vez. Pero el patrón es inquietante.

Porque George Foreman ya había “muerto” una vez, aquella noche en el vestuario tras perder con Jimmy Young. Dijo que su alma salió del cuerpo, que vio algo, que escuchó una voz que le ordenó regresar… no como boxeador, sino como mensajero. ¿Y si ese mensaje nunca llegó a completarse?

El segundo y último audio filtrado —de solo 37 segundos— lo resume todo:

“Estoy rodeado pero no tengo miedo. Si este mensaje sale, sabrán que lo intenté hasta el final. El enemigo ya no usa puños… usa contratos, batas blancas y sonrisas. Y yo no pienso callarme más.”

Foreman no solo representa al hombre que volvió de entre los muertos para ganar. Representa la idea de que podemos caer y volver a levantarnos. De que el sistema no siempre gana. De que la verdad, tarde o temprano, encuentra un canal para ser contada.