Daniel Jacobs: El campeón que noqueó al cáncer y peleó por algo más grande que un título

En un barrio de Brooklyn, Nueva York, nació en 1987 un niño con puños veloces y sueños tan grandes como su corazón. Su nombre: Daniel Jacobs. Desde joven, el boxeo fue su refugio y su esperanza, pero lo que nadie imaginaba es que ese mismo joven un día se enfrentaría al rival más temible de todos… y saldría del ring como una leyenda viviente.

Daniel no solo tenía talento, tenía hambre. A los 15 años ya era campeón nacional amateur. En 2008 debutó como profesional en una cartelera histórica: Mayweather vs. Hatton. Bastaron 29 segundos para que destruyera a su oponente y comenzara a escribir su nombre con letras de fuego en el mundo del boxeo. Golden Boy Promotions lo firmó sin pensarlo. Había nacido “la estrella en ascenso”.

Pero el camino al estrellato nunca es recto. En 2010, poco antes de su primera gran oportunidad por el título mundial ante el invicto ruso Dmitry Pirog, su abuela —la mujer que lo crió— falleció de cáncer. Daniel peleó con el corazón roto y fue noqueado en el quinto asalto. Fue su primera derrota profesional, pero no sería la última batalla que pondría a prueba su espíritu.

Un año después, en 2011, un dolor en la espalda lo llevó al hospital. El diagnóstico fue devastador: osteosarcoma, un tipo raro y agresivo de cáncer óseo. Los médicos no solo le dijeron que no volvería a boxear… le dijeron que quizá nunca volvería a caminar. Pero Jacobs no sabía rendirse. Le prometió a su hijo y a sí mismo que regresaría.

Pasó por cirugías, quimioterapia y rehabilitación. Aprendió a caminar de nuevo. Y en 2012, contra todo pronóstico, regresó al ring. No era solo una pelea. Era la prueba de que los milagros existen. Lo apodaron “The Miracle Man”, y con justa razón. Noqueó a Josh Lutheran en el primer round y empezó su segunda vida arriba del cuadrilátero.

Jacobs no solo volvió: arrasó. Noqueó a Kinan Collins, luego a Giovanni Lorenzo y Milton Núñez. En 2014, derrotó a Jarrod Fletcher y se coronó campeón mundial regular de la AMB. Se convirtió en el primer sobreviviente de cáncer en la historia del boxeo en ganar un título mundial.

Pero Daniel quería más. En 2017, enfrentó al invencible Gennady Golovkin, quien llegaba con una racha de 23 knockouts consecutivos. Nadie había durado los 12 rounds con “GGG”, hasta que llegó Jacobs. Aunque perdió por decisión dividida, demostró que era un verdadero guerrero. No le temía a los golpes. Ya había vencido al peor de todos.

Luego vinieron triunfos ante Luis Arias, Maciej Sulecki, y una victoria emocionante ante su excompañero de sparring Sergiy Derevyanchenko, para reclamar el título mundial de la FIB. Y aunque en 2019 perdió ante Canelo Álvarez en una pelea táctica e intensa, Jacobs dejó claro que ya no peleaba por cinturones: peleaba por su legado.

En 2020 subió a supermedianos y venció a Julio César Chávez Jr. Luego vinieron peleas más cerradas, como la controversia ante Gabriel Rosado y la derrota en Londres ante John Ryder en 2022. Su última batalla fue en 2024 ante Shane Mosley Jr. Ya no tenía la velocidad de antes, pero sí el corazón intacto. Una semana después, anunció su retiro.

Hoy, Daniel Jacobs no necesita más cinturones. Su verdadera victoria vive en cada sobreviviente de cáncer que lo ve como inspiración. Su fundación “Get in the Ring” apoya a personas con cáncer, demostrando que el boxeo más importante no siempre se libra en el ring.

Jacobs no solo noqueó al cáncer. Noqueó la desesperanza. Demostró que el poder de la voluntad, del amor por la vida y la fe en uno mismo pueden hacer milagros. En cada paso que da, en cada historia que cuenta, hay un mensaje claro: tú eres quien escribe tu destino.

Porque al final, lo que hace a un campeón no es solo la fuerza en los puños, sino la fuerza en el alma.