Canelo Álvarez y el misterio de su primo desaparecido: unaa traición familiar sale a la luz

El estudio del programa de televisión brillaba bajo las luces intensas mientras las cámaras enfocaban a Saúl “Canelo” Álvarez. Acostumbrado a entrevistas sobre sus títulos y logros en el boxeo, el campeón mexicano no esperaba lo que estaba por suceder.

“Canelo, antes de continuar, queremos mostrarte algo”, dijo el conductor con un tono serio. Las pantallas del estudio se iluminaron con imágenes de un hombre desaliñado y con la mirada perdida en un barrio marginal. Era Miguel, su primo, con quien había compartido su infancia en Guadalajara. El boxeador quedó paralizado.

“Miguel ha estado viviendo en la calle durante meses”, continuó el conductor. “No tiene hogar ni comida, y lo peor es que nadie en su familia lo ha ayudado”. Canelo sintió que el aire le faltaba.

Las imágenes mostraban a Miguel buscando entre la basura y durmiendo sobre cartones. Entonces, lo inesperado ocurrió: el invencible campeón del mundo rompió en llanto. “Yo no sabía”, murmuró, cubriéndose el rostro con una mano.

Pero lo más impactante vino después. El conductor deslizó un sobre sobre la mesa. “No solo es la pobreza, Canelo. Miguel no llegó a esta situación por mala suerte, sino por una traición”.

Tembloroso, el boxeador abrió el sobre en su camioneta tras el programa. Dentro había documentos, fotografías de la degradación de su primo y una carta anónima:

Canelo, no sé por qué nunca preguntaste por Miguel, pero lo abandonaron. Alguien lo traicionó, y tú tienes que saber quién.

Sin perder un segundo, llamó a su madre. “Má, ¿tú sabías lo de Miguel?”. Después de un silencio, ella respondió con voz temblorosa: “Saúl, hay cosas de las que es mejor no hablar”. La respuesta encendió su furia. “¡Es mi primo! ¡Está muriendo de hambre!”. Su madre, entrecortada, susurró: “Nos pidieron que no nos metiéramos”.

Canelo sabía que debía actuar. Llamó al número que aparecía en la carta. “Si de verdad quieres ayudarlo, ven solo al barrio El Rosario mañana al anochecer”, le indicaron.

Con el sol cayendo sobre Guadalajara, Canelo condujo hasta el barrio marginal, sintiendo las miradas sobre él. En una esquina oscura, un hombre con una cicatriz en la mejilla se le acercó. “Tu primo está mal, muy mal. Pero lo destruyeron, le quitaron todo”, le dijo.

“¿Quién?”, exigió Canelo. “Alguien de tu propia familia”, respondió el hombre. “Si digo nombres, no salgo vivo de aquí. Solo te diré esto: tu primo está escondido. Si no te das prisa, lo encontrarán antes que tú”.

Un escalofrío recorrió la espalda del campeón. Esta no era solo una búsqueda. Era una lucha contra las sombras de su propio pasado y una traición que podría cambiar su vida para siempre.

Lo que Canelo no sabía es que esta sería la pelea más difícil de su carrera.