En un evento lleno de emoción y espiritualidad, Canelo Álvarez, el campeón mundial de boxeo, sorprendió a todos con una lección de vida inesperada.
Durante una charla en la Basílica de Zapopan, en Guadalajara, un momento que parecía ser una charla común se convirtió en una reflexión profunda sobre la fe y las dificultades de la vida. Todo ocurrió cuando una niña de 8 años, llamada Lupita, le hizo una pregunta que lo dejó sin palabras: “¿Qué significa Dios para ti?”
El lugar estaba lleno de personas que asistían al evento con la esperanza de escuchar al ídolo del boxeo hablar sobre su carrera.
Sin embargo, el ambiente era tranquilo y familiar, alejado del rudo mundo de los combates. Las paredes de la iglesia, adornadas con recuerdos históricos y figuras religiosas, creaban el escenario perfecto para una conversación sincera y profunda.

Lupita, con su Biblia vieja en las manos, temblorosa y nerviosa, levantó la mano para preguntar a Canelo sobre algo mucho más grande que el boxeo. Todos en el salón quedaron en silencio, esperando su respuesta.
Canelo, conocido por su fortaleza en el ring, se mostró vulnerable en ese momento. Tras una pausa, comenzó a compartir su historia, relatando cómo de niño, vendiendo paletas con su padre, se preguntaba por qué Dios los había puesto en esa situación de pobreza.
A lo largo de su respuesta, Canelo expresó que la fe había sido su fuerza en momentos de duda. “La fe no se trata de tener todas las respuestas, se trata de creer que aunque no veas todo el panorama, hay un propósito”, dijo con una sinceridad que tocó los corazones de todos los presentes.
Sin embargo, fue cuando habló sobre las dificultades personales que más impactó a Lupita. “A veces no sentía que Dios estuviera conmigo, pero entendí que incluso en esos momentos, la fe es la que te da fuerza”, compartió.
Las palabras del campeón fueron tan poderosas que Lupita comenzó a llorar, pero no de tristeza, sino de una emoción profunda. El mensaje de Canelo había tocado un rincón de su corazón que ella no sabía que necesitaba sanar.
En ese momento, la niña recordó las enseñanzas de su abuela, quien siempre le decía que “Diosito siempre está escuchando, aunque no lo oigas.”
La charla de Canelo Álvarez no solo fue una clase de fe, sino también de humildad. El boxeador compartió con el público que las preguntas más simples a veces son las más difíciles de responder, y que son esas preguntas las que nos hacen enfrentarnos a nuestras propias creencias.
Al final, Canelo agradeció a Lupita por recordarle lo más importante: la fe y la búsqueda constante de respuestas dentro de uno mismo.
Este momento conmovedor mostró una faceta desconocida de Canelo Álvarez, uno que no está solo marcado por su éxito en los cuadriláteros, sino también por su capacidad de reflexión y vulnerabilidad. Y, en una iglesia de Guadalajara, el campeón de boxeo se convirtió en un maestro de humildad y fe para todos los presentes.
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