Las rivalidades entre hermanas son tan antiguas como la historia misma, pero pocas han sido tan intensas y duraderas como la de Jacqueline Kennedy Onassis y su hermana menor, Caroline Lee Bouvier Radziwill.

A pesar de haber crecido en una familia acomodada de Nueva York, su relación se fue fracturando con los años hasta el punto de que, al morir, Jackie decidió no dejarle ni un centavo de su herencia.

Una Infancia Privilegiada, una Relación Complicada

Desde pequeñas, Jackie y Lee parecían destinadas a brillar en la alta sociedad estadounidense. Ambas eran hermosas, inteligentes y ambiciosas, pero también profundamente competitivas. Jackie, con su elegancia y refinamiento, se convirtió en un ícono de la moda y el ideal de la mujer estadounidense tras casarse con John F. Kennedy. Su rol como Primera Dama la catapultó a la fama internacional, mientras que Lee, a pesar de sus intentos de brillar en la sociedad neoyorquina y el mundo de la moda, siempre quedó a su sombra.

La rivalidad entre las hermanas se acentuó aún más con los años, especialmente cuando sus caminos amorosos se cruzaron de una manera inesperada y dolorosa.

Los Amores Compartidos: El Punto de Quiebre

Uno de los momentos más impactantes en la historia de estas hermanas fue cuando Lee tuvo un romance con el esposo de Jackie, John F. Kennedy. Si bien era bien sabido que el presidente tenía múltiples aventuras extramatrimoniales, la relación con su cuñada fue vista como una traición imperdonable.

Años después, la historia pareció repetirse cuando Jackie se casó con Aristóteles Onassis, un multimillonario griego con quien Lee también había tenido una relación cercana. De hecho, fue la propia Lee quien los presentó. Lo que para ella fue un acercamiento estratégico con la esperanza de convertirse en la esposa del magnate, terminó en una inesperada traición cuando Jackie decidió casarse con él en su lugar.

Este evento selló la ruptura definitiva entre las hermanas. Desde entonces, nunca pudieron reconstruir su relación.

Un Testamento que Confirmó la Ruptura

Cuando Jackie Kennedy Onassis falleció en 1994 a los 64 años, su fortuna ascendía a 43.7 millones de dólares. A pesar de haber heredado grandes sumas de sus dos matrimonios con hombres poderosos, su testamento dejó claro que Lee Radziwill no recibiría nada.

En el documento de 36 páginas, Jackie expresó que ya había sido generosa con su hermana en vida y que, por lo tanto, no veía necesario incluirla en su herencia. Sin embargo, como un gesto final, sí dejó un millón de dólares a los hijos de Lee, demostrando que, aunque el lazo entre las hermanas se había roto, aún existía cierto afecto por su familia.

El Último Amor de Jackie: Un Refugio de Paz

A diferencia de sus matrimonios anteriores llenos de escándalos y presiones mediáticas, el último compañero de Jackie, Maurice Tempelsman, le ofreció la estabilidad y el apoyo que nunca encontró en sus relaciones anteriores. A pesar de no haberse casado, él fue su más fiel acompañante en sus últimos años y el encargado de hacer cumplir sus deseos después de su muerte.

Conclusión: Una Rivalidad que Nunca Sanó

La historia de Jackie Kennedy y Lee Radziwill es un reflejo de cómo la fama, el poder y la competencia pueden romper los lazos más cercanos. A pesar de haber compartido una infancia y juventud juntas, las decisiones y traiciones a lo largo de los años las distanciaron para siempre.

Su historia nos recuerda que, aunque los lazos de sangre son fuertes, no siempre son suficientes para superar heridas profundas. Al final, Jackie decidió cerrar ese capítulo de su vida asegurándose de que, incluso después de su muerte, su hermana no tuviera parte en su legado.