El universo del boxeo está en efervescencia después de que Gervonta “Tank” Davis emergiera de su enfrentamiento del 1 de marzo de 2025 contra Lamont Roach Jr. con un asombroso empate mayoritario que ha encendido una tormenta de controversia.

Celebrada en un abarrotado Barclays Center en Brooklyn, la pelea por el título de peso ligero de la AMB terminó en una decisión tan polémica que dejó a Davis, a los fanáticos y a los expertos alborotados.

Ahora, la máquina de nocauts invicta está criticando el resultado como un robo, gritando: “¡Me robaron!” y pidiendo una revancha para ajustar cuentas. Con un casi derribo en el noveno asalto alimentando el caos, ¿Tank ha sido engañado o está huyendo de una verdad brutal?

Davis, el fenómeno de Baltimore de 30 años con un récord de 30-0-1, subió al ring como el favorito contra Roach, el luchador de 29 años de Washington, DC, con un récord de 25-2-2. La pelea fue muy emocionante desde el principio: la potencia atronadora de Tank se enfrentó a la hábil técnica de pies y la resistencia de Roach.

Pero el drama llegó a su punto máximo en el noveno round, cuando Roach conectó un brutal derechazo que hizo tambalear a Davis y lo hizo tambalear, con la rodilla rozando la lona.

El árbitro Steve Willis decretó de manera controvertida que se trató de un resbalón, no de un derribo, a pesar de que las repeticiones mostraban que el guante de Davis tocaba el suelo para mantener el equilibrio, una decisión que desde entonces explotó en las redes sociales.

“Lamont Roach le dio una lección a Tank y lo jodieron”, decía una publicación de X, capturando la furia de los fanáticos que vieron a Roach como el legítimo vencedor.

Las tarjetas de puntuación echaron más leña al fuego: un juez se inclinó por Davis con 115-113, mientras que dos vieron el empate en 114-114, consolidando un empate mayoritario que preservó el cinturón de Tank pero dejó una cicatriz en su prístino legado.En el caos posterior a la pelea, Davis no se contuvo.

“Me robaron, así de simple”, arremetió. “Eso no fue un desliz; todo el mundo lo vio. ¡Exijo una revancha!”. La multitud de Brooklyn rugió en acuerdo, inundando el ring con abucheos mientras Roach permanecía en posición de equilibrio, despojado de la gloria.

Sin embargo, en un giro sorprendente, Davis luego insinuó un desvío, murmurando: “Tengo algo más en marcha”, dejando al mundo del boxeo en el aire: ¿buscará la redención o se escapará en busca de un pago mayor?


Roach no se rinde. Armado con una cláusula de revancha, está listo para demostrar su punto. “Lo superé una vez, lo haré de nuevo”, prometió, considerando una segunda oportunidad contra Tank antes de un posible salto a las 140 libras para buscar la corona de Rayo Valenzuela.

Los rumores en X afirman que la AMB se está inclinando por ordenar una segunda oportunidad, con el presidente Gilberto Mendoza supuestamente “furioso” por el error del noveno round. “La revancha es segura”, tuiteó una fuente, aumentando la presión sobre Davis para que se enfrente a la música.

Las estadísticas de CompuBox pintan un panorama muy estrecho: Davis conectó 98 de 258 golpes (38%) contra 92 de 326 de Roach (28%), con la ventaja del jab de Roach (50-26) contrarrestada por la furia de Tank en el final del round. ¿Pero esa caída no sancionada? Podría haber dado vuelta la pelea: un round de 10-8 podría haber coronado a Roach como campeón.

Las consecuencias están destrozando a los fanáticos. Algunos aclaman la clase magistral de Roach, argumentando que expuso las vulnerabilidades de Tank con un boxeo más preciso y un final casi definitivo.

“Roach fue engañado, un robo”, se enfureció un usuario de X. Otros se aferran a Davis, insistiendo en que su ataque de los rounds 10 al 12 selló el triunfo. “Tank se las arregló para pasar; denle la victoria”, replicó otro. Pero el fantasma del noveno round se cierne sobre ellos; si se hubiera anotado, podría haber inclinado la balanza.

La rabia de Davis duele más que el orgullo; este empate daña un legado construido sobre nocauts y supremacía. Una revancha se avecina, pero su insinuación de una pelea misteriosa, tal vez Devin Haney o Shakur Stevenson, sugiere un campeón dividido entre la venganza y la huida.

En todos los deportes, surgen paralelismos. Max Verstappen, de Red Bull, esquivó un castigo después de un raspón en Bahréin, mientras que Kyle Larson, de NASCAR, se desahogó en pistas caóticas; ambos campeones luchan contra el dolor de la controversia.

Para Roach, es la determinación de Larson la que refleja, luchando contra las probabilidades. Davis, sin embargo, canaliza el desafío de Verstappen, negándose a doblegarse. ¿La WBA obligará a Tank a volver al fuego, o su próximo movimiento eludirá la justicia?

Con los fanáticos gritando por respuestas y las apuestas en aumento, este drama apenas se está calentando. ¿Le robaron a Davis, o es Roach la verdadera víctima? ¡Díganos qué piensa a continuación: el viaje salvaje del boxeo continúa!