Operativo coordinado entre fuerzas estatales y federales permitió la captura; hallaron armas, dinero y comunicaciones que apuntan al cártel Jalisco Nueva Generación

En una operación realizada al amanecer y coordinada entre autoridades estatales y federales, se capturó al presunto autor material del atentado contra el alcalde de Uruapán, Carlos Manso. Omar García Harfuch, quien encabezó el despliegue, informó que el detenido —identificado como Jonathan N., alias “el Rulo” o Luis Ángel N., “el Flaco”, en distintas fases de la investigación— confesó haber recibido la orden directamente desde estructuras vinculadas a Nemesio Oseguera, conocido como “el Mencho”.

Según el relato oficial, los hechos ocurrieron la noche en que el alcalde inauguraba el festival de las velas. Manso fue atacado con ráfagas mientras se encontraba rodeado de su gente; la agresión se registró alrededor de las 20:10 horas y, aunque fue trasladado al hospital, falleció en el trayecto. La investigación comenzó de inmediato: peritos forenses, analistas de comunicaciones y unidades de inteligencia cruzaron llamadas, rastrearon señales y revisaron teléfonos incautados en la escena. Los primeros cruces de información llevaron a identificar una red con rutas entre Michoacán y Jalisco.

El operativo, dijeron las autoridades, fue producto de trabajo de inteligencia y coordinación táctica. Se argumentó que no hubo disparos durante la entrada a la finca ubicada entre Los Reyes y Tancítaro; drones habían detectado movimientos que coincidían con la actividad de los números vinculados al ataque. En el lugar se aseguró armamento, dinero en efectivo, radios con canales encriptados, y una libreta con anotaciones y planos que relacionaban nombres y ubicaciones, además de fotografías del centro de Uruapán. También se recuperaron videos, audios y otros elementos que, tras peritajes, reforzaron la línea de tiempo del crimen.

El detenido, según Harfuch, colaboró en la investigación desde el primer interrogatorio. Confesó haber recibido pagos adelantados y señaló apodos y lugares que encajaron con la evidencia digital: mensajes cifrados, transferencias y fotografías que documentaban la planeación del ataque. Durante el despliegue simultáneo que siguió a la captura se realizaron cateos en Morelia y Zamora, donde se incautaron vehículos con placas alteradas, equipo táctico y documentos que, según las autoridades, confirman rutas de financiamiento vinculadas al atentado.

Harfuch insistió en que la acción no fue un acto aislado de fuerza sino una cadena de procedimientos: preservación de la escena, recolección de testimonios, extracción forense de dispositivos y bloqueo de cuentas relacionadas con los pagos. “No lo hicimos por venganza, lo hicimos por justicia”, declaró, remarcando que la captura del autor material es un paso fundamental pero no el final; sigue el trabajo para identificar a los mandos intelectuales y financieros detrás del ataque.

La reacción en Uruapán fue visceral: ciudadanos encendieron velas, llevaron flores y se congregaron en la plaza para recordar a su alcalde. Familiares y vecinos expresaron dolor y exigieron que la investigación no quede en declaraciones sino que avance hasta las últimas consecuencias. Desde el entorno institucional se prometió rigor y transparencia en el proceso judicial: los detenidos fueron puestos a disposición de la Fiscalía de Michoacán y la carpeta de investigación continúa su trámite para sostener las imputaciones con pruebas sólidas.

Expertos en materia de seguridad consultados por autoridades citadas en el operativo señalan que la traza digital suele ser la pieza clave para conectar al ejecutor con sus financistas y operadores logísticos. En este caso, mensajes fechados días antes del atentado y coordenadas incluidas en transferencias o sobres aportaron datos que, sumados a la evidencia material, conforman una línea de investigación con proyección hacia redes que operan fuera de Michoacán.

Aunque la captura fue calificada como “limpia y precisa”, el propio Harfuch admitió la limitación humana frente al duelo: “Capturar a un asesino no devuelve la vida de un hombre bueno, pero devuelve la confianza en que la ley puede más que el miedo”, afirmó. La promesa oficial es clara: seguirán las órdenes de aprehensión abiertas, las diligencias y las solicitudes de colaboración interinstitucional hasta desenredar la red que permitió este crimen.

Mientras la fiscalía integra evidencia y prepara las imputaciones, la comunidad de Uruapán y el país observan el avance de un proceso que, para que sea irreversible, requiere rigor judicial y más respuestas sobre quiénes ordenaron y financiaron la ejecución. Por ahora, el autor material está tras las rejas y las autoridades aseguran que no cesarán hasta llevar ante la justicia a todos los responsables.