“Era mi hermana, pero llegó un momento en que sentí que éramos unas desconocidas.” Con estas palabras duras y conmovedoras, Enriqueta Jiménez, conocida artísticamente como La Prieta Linda, rompió el silencio antes de su muerte para revelar una verdad que durante décadas permaneció oculta: la desgarradora ruptura con su hermana mayor, Flor Silvestre. En su última entrevista, Enriqueta expuso los dolores silenciosos, los rumores destructivos y las heridas que nunca cicatrizaron, en una confesión que sacude los cimientos de una de las familias más icónicas de la música mexicana.

De una casa llena de música a un vínculo fracturado

Nacidas en Salamanca, Guanajuato, Enriqueta y Guillermina Jiménez Chabolla crecieron en un hogar humilde pero impregnado de música. La madre les transmitió el amor por el bolero y la balada, mientras que el padre les inculcó la disciplina y la humildad. Desde jóvenes, ambas hermanas compartieron escenario bajo el nombre artístico de “Las Flores”, una breve pero memorable etapa que marcó la historia de la música ranchera.

Pero tras la armonía, surgieron las tensiones. Cuando Flor Silvestre se casó con Antonio Aguilar en 1959, su carrera cinematográfica y musical la llevó a ausentarse por largos periodos. En su lugar, La Prieta Linda asumió el cuidado de los hijos de Flor, por amor familiar. Sin embargo, su gesto fue malinterpretado. Pronto comenzaron los rumores sobre su cercanía con Antonio Aguilar, insinuaciones que desataron la desconfianza de su propia hermana.

“A la gente no le importa la verdad, solo el drama”

En una entrevista de 2016, retransmitida tras su fallecimiento, La Prieta Linda rompió el silencio. Cuando Flor la enfrentó con la frase: “Cuando el río suena, es porque agua lleva”, Enriqueta respondió con contundencia: “Si no quieres que suene el río, no dejes sola la casa.” Esa fue la ruptura definitiva entre ambas.

Con dolor pero con firmeza, Enriqueta comparó sus vidas: “Ella tuvo cinco hijos de cinco hombres distintos… yo tuve tres hijas de un solo esposo.” No lo dijo desde el juicio, sino desde la amargura de haber sido excluida del imperio Aguilar, al que ayudó silenciosamente a sostener.

También reveló supuestas infidelidades de Flor mientras estaba casada, e incluso mencionó la ruptura de la amistad entre Flor y Lucha Villa, acusando a su hermana de involucrarse sentimentalmente con el esposo de Villa.

Un adiós que nunca llegó y el peso del silencio

Cuando murió Antonio Aguilar, Enriqueta quiso asistir al funeral, pero el dolor y su estado de salud se lo impidieron. Cuando Flor Silvestre falleció en noviembre de 2020, La Prieta Linda ya no podía desplazarse, y solo pudo susurrar frente a una cámara: “No pude despedirme… no solo de una hermana, sino de una parte de mí misma.”

“No la traicioné,” aseguró. “Solo amé a su familia como si fuera la mía, y quizás ese fue mi error.”

Un legado de dignidad y resistencia

La Prieta Linda falleció el 21 de septiembre de 2021, a los 88 años. Su partida marcó el fin de una era dorada para la música ranchera. Grabó más de 50 discos, participó en más de 30 películas, y ayudó a impulsar carreras de grandes artistas como Juan Gabriel.

Su voz, su presencia imponente, y su lealtad silenciosa la convirtieron en un símbolo de integridad y elegancia. La última confesión de Enriqueta no buscaba escándalos, sino redención. Nos mostró que detrás del brillo del espectáculo, existen dolores que ni el tiempo ni la fama logran borrar.

No culpó a nadie. Solo dejó testimonio de una herida que tal vez solo ellas dos comprendieron en su totalidad. Y con eso, entregó al mundo no solo una verdad estremecedora, sino también una lección de amor, orgullo y humanidad.