Camilo Sesto, el ídolo español que conquistó el mundo con su voz y más de 70 millones de discos vendidos, fue un maestro de la balada romántica. Conocido como “el hombre que le cantó al amor sin encontrarlo”, su vida estuvo marcada por el éxito en los escenarios y un velo de misterio en lo personal. Sus canciones, cargadas de pasión y desamor, escondían los secretos de un alma que anhelaba lo que parecía esquivo: el amor eterno.

Nacido como Camilo Blanes, adoptó el apellido Sesto y se convirtió en un ícono global. Su fórmula era infalible: letras que tocaban los rincones más profundos del corazón. Sin embargo, su vida privada fue un enigma. Miles de mujeres lo adoraban, pero solo una, Lourdes Ornelas, dejó una huella imborrable al darle su único hijo, Camilín, fruto de una noche impulsiva. “Fue un accidente”, confesó alguna vez, revelando la complejidad de su relación con el amor y la familia.

A pesar de su fama, Camilo evitó el compromiso. Tuvo romances fugaces: con Laura Casale, una relación turbulenta que lo hundió en la depresión; con Lucía Bosé, para quien escribió “Amor Amar”; y con Marisé Abel, quien desató rumores sobre sus inclinaciones sexuales tras una traición que nunca olvidó. Andrea Brownstone, su corista, reveló en un documental que perdió un hijo suyo tras un aborto accidental, un dolor que Camilo guardó en silencio. Estos amores, reales o especulados, alimentaron su mito, pero él solo reconoció un amor eterno: el de sus padres, a quienes dedicó canciones como “Perdóname” y “No te olvido”.

La soledad lo marcó. España lo llamó “el soltero de oro”, y él jugó con ese misterio, potenciando su popularidad. “Amo a las mujeres, pero mi vida de viajes hace imposible una familia”, confesó. Su hijo Camilín completó su mundo personal, llevándolo a retirarse temporalmente de la música para criarlo tras ganar su custodia. “Dejaría mi carrera por él millones de veces”, afirmó, mostrando un lado humano que contrastaba con su imagen pública.

Sin embargo, en sus últimos años, Camilo se aisló incluso de Camilín, el amor de su vida. Los rumores sobre romances con Rocío Dúrcal o Ángela Carrasco nunca se confirmaron, pero él entendía que el misterio vendía. Solo una vez, al llegar a Barajas con Lourdes y su hijo, rompió su regla de ocultar su intimidad. Su legado musical, desde “Jesucristo Superstar” hasta sus baladas inmortales, lo convirtió en un gigante, pero a un costo alto: la fama lo esclavizó, dejándolo atrapado en su propio universo.

Camilo Sesto vivió y murió cantando a un amor que, por decisión o destino, nunca llegó plenamente a su vida. Su historia, un rompecabezas de pasión y secretos, sigue fascinando al mundo.