¿Qué se esconde detrás de la sonrisa de “La Chilindrina”? Fuera del escenario, la vida real de esta leyenda de la comedia está marcada por una tristeza silenciosa.

María Antonieta de las Nieves – el nombre que marcó la infancia de millones de espectadores en América Latina con su icónica interpretación de la traviesa Chilindrina en El Chavo del Ocho – está hoy cerca de cumplir 75 años. Sin embargo, detrás de su pequeña estatura y de esa sonrisa que todos recuerdan, se esconde una vida llena de altibajos que toca el corazón de cualquiera que la escuche.

Desde los tres años, María Antonieta comenzó su carrera artística con grandes sueños sobre sus pequeños hombros. A los ocho, debutó en el cine infantil con Pulgarcito, y en las décadas de los 60 y 70 se convirtió en una de las actrices de doblaje más solicitadas, prestando su voz a personajes memorables de la televisión. Pero detrás de esos logros, hubo muchos sacrificios, tanto físicos como emocionales.

María soñaba con ser protagonista de telenovelas dramáticas, y afirmaba con convicción que “nunca sería comediante”. No obstante, su estatura de apenas 1.48 metros se convirtió en un obstáculo para cumplir ese anhelo, en una industria que exigía actrices altas y glamorosas. Intentó por todos los medios ganar altura: investigó sobre crecimiento óseo y hasta consideró un injerto de huesos, pero no pudo costearlo. A los 14 años, se sometió a una rinoplastia y, sintiéndose insegura, se inyectó silicona en las piernas por considerarlas demasiado delgadas. Más adelante, reconocería estos procedimientos como errores impulsivos de juventud.

También quiso ser cantante, pero su sueño fue truncado cuando fue rechazada por el productor Jaime Ortiz Pino, quien creyó que estaba imitando a Angélica María. Incluso su deseo de trabajar en cafés y bares fue tajantemente prohibido por su padre.

Su vida dio un giro inesperado cuando Roberto Gómez Bolaños, conocido como Chespirito, la invitó en 1968 a formar parte de su elenco humorístico. No necesitó audicionar: su aspecto menudo la hacía perfecta para interpretar a una niña. Aunque al principio dudó de su capacidad para hacer comedia, el apoyo de Bolaños fue clave para que aceptara el reto.

Así nació Chilindrina, personaje al que María Antonieta dedicaría toda su vida. Ella misma definió su aspecto: las trenzas desordenadas, los dientes separados, el suéter al revés… cada detalle surgió de su creatividad. En 1973 se ausentó brevemente de El Chavo del Ocho para conducir otro programa que fracasó, pero regresó en 1975 al lado de Bolaños.

Chilindrina se convirtió en uno de los personajes más queridos por el público. Su peculiar relación con Don Ramón – interpretado por su gran amigo en la vida real, Ramón Valdés – fue parte esencial del éxito. Sin embargo, no todo fue armonía: en 1995, María Antonieta registró los derechos del personaje a su nombre cuando Chespirito no renovó los derechos de autor, lo que provocó disputas legales. Esta es la razón por la que Chilindrina no aparece en la versión animada de El Chavo.

Tras la cancelación del programa en 1994, María Antonieta siguió interpretando a Chilindrina por todo el mundo, participando en telenovelas, programas internacionales y películas. Incluso dio voz a Vanellope en Ralph el Demoledor (2012), y publicó dos libros: Esta es mi historia (2015) y Amo a mi familia (2018), este último dedicado a la protección infantil contra abusos.

Pero el precio de vivir casi toda su vida como un personaje infantil fue alto. Después de usar por décadas un corsé apretado para mantener la figura de niña, desarrolló tumores en el pecho, lo que incluso afectó su capacidad de amamantar.

El golpe más duro fue la muerte de su esposo Gabriel Fernández en 2019, con quien compartió 48 años de vida. La pérdida la sumió en una profunda depresión, perdió 10 kilos y sufrió episodios de temblores y ansiedad. Aunque sus hijos siempre han estado a su lado, ella misma confiesa que la soledad aún la acompaña.

En los últimos años, María Antonieta ha disminuido su actividad artística. La pandemia la obligó a una pausa prolongada, y su estado de salud ya no le permite realizar espectáculos físicos como antes. En marzo de 2024, anunció su retiro oficial con una última obra teatral: Los Huevos de Mi Madre, donde por primera vez interpreta a una mujer mayor, marcando simbólicamente su despedida de Chilindrina.

“No quiero que la gente me tenga lástima”, declaró. Para ella, el retiro es una decisión de dignidad: ya no siente que puede bailar ni moverse como antes, y prefiere que el público la recuerde con cariño y respeto, no con compasión.

Hoy, a casi 75 años, María Antonieta de las Nieves vive una vida más tranquila, lejos del bullicio mediático, pero con la misma pasión de siempre. Quizás lo que más conmueve no es la vejez ni la enfermedad, sino ver cómo una figura entrañable de nuestra infancia se aleja del escenario… y comprender que detrás del disfraz de Chilindrina, siempre hubo una mujer valiente, que pagó un alto precio por hacernos reír.