Fueron considerados durante años como uno de los dúos padre-hijo más unidos del panorama musical español: Raphael —el “monstruo de la canción” con una carrera legendaria— y Manuel Martos —el único hijo que heredó la pasión musical de su padre. Sin embargo, tras una serie de acontecimientos personales en la vida de Manuel, desde altibajos profesionales hasta su mediático divorcio con Amelia Bono, surgieron muchas preguntas: ¿sigue siendo fuerte el vínculo entre ellos? ¿Y qué se esconde detrás del silencio que ambos han mantenido?

Manuel Martos, nacido en 1978, es el menor de los tres hijos de Raphael y Natalia Figueroa. Desde pequeño mostró talento natural para la música, algo que llenó de orgullo a Raphael, aunque también lo hizo mantenerse cauteloso. Siempre quiso que sus hijos tuvieran una infancia alejada del foco mediático. Pero Manuel tomó un camino diferente: se adentró en la industria musical desde la producción y la dirección artística, alcanzando posiciones clave dentro de Universal Music España.

Su carrera despuntó especialmente en la década de 2000, sobre todo cuando participó como jurado en Operación Triunfo. No obstante, fue su vida personal la que más atrajo la atención pública. Su matrimonio con Amelia Bono —hija del exministro José Bono— fue durante años una imagen de estabilidad: cuatro hijos, una vida familiar ejemplar y constante presencia en eventos sociales. Sin embargo, en julio de 2021, anunciaron su separación tras más de una década de relación.

Aunque la ruptura fue descrita como “amistosa”, en los medios comenzaron a circular rumores sobre una posible tensión con Raphael. Algunos apuntaban a una supuesta decepción del cantante por la situación familiar de su hijo; otros aseguraban que Raphael veía a Manuel perdido, sin rumbo claro.

Pero la realidad era muy distinta. En una declaración excepcional tras la separación de Manuel, Raphael afirmó: “Queremos a Amelia como a una hija. Pero lo más importante es que Manuel es mi hijo, y estaré a su lado en cualquier circunstancia.” Aseguró también que en su familia no existen las “rupturas” sino formas diferentes de acompañarse según el momento vital.

Desde entonces, padre e hijo han seguido mostrándose juntos en conciertos, celebraciones y viajes familiares. Las imágenes de Raphael abrazando a los hijos de Manuel —sus nietos— siguen circulando en redes sociales, transmitiendo un mensaje claro de cercanía y afecto.

Su vínculo nunca se ha caracterizado por declaraciones emotivas ni grandes gestos públicos, pero se percibe con claridad en la complicidad silenciosa, en el respeto mutuo y en un afecto que no necesita palabras. Como confesó una fuente cercana a la familia: “Raphael no juzga. Escucha. Y cuando se le necesita, está presente.”

Para Raphael —que ha superado pruebas extremas tanto físicas como profesionales—, la familia es su verdadero refugio. Y para Manuel —que aún busca reencontrarse en medio de los cambios—, su padre sigue siendo una guía firme.

Algunas verdades familiares no necesitan proclamarse para ser evidentes. Y la relación entre Raphael y Manuel Martos es justamente eso: un lazo profundo, discreto pero inquebrantable, que ha resistido las pruebas del tiempo y la adversidad.