Algo oscuro está ocurriendo con los maestros de nuestra nación

Sally*, profesora de secundaria en Gold Coast, tiene una pequeña pizarra sobre su escritorio con una inscripción que dice: “Días desde la última vez que lloré por el trabajo”.

“Empezó como una broma entre colegas”, explica, “pero esta etapa escolar he llorado al menos una vez por semana. Amo enseñar y conectar con mis alumnos, pero la lista interminable de tareas, que solo crece con cosas urgentes, me está dejando agotada”.

Sally representa a un número creciente de docentes en Australia que experimentan un profundo agotamiento profesional. La combinación de escasez de personal, aumento de problemas de conducta en las aulas y la expectativa de estar siempre disponibles ha llevado a muchos al límite.

En un grupo de Facebook, otra maestra con más de diez años en la docencia compartió sentirse “rota” y “muerta por dentro”. Dijo que cada viernes terminaba en lágrimas debido a la sobrecarga sensorial y al cansancio. También habló sobre la culpa que sentía por no estar presente con sus propios hijos, porque estaba dando todo de sí en el aula.

Las respuestas no tardaron en llegar: “Yo también”, “Parece que lo escribí yo”, “El sistema está roto”.

Y es que algo realmente preocupante está ocurriendo.

Un informe de 2022 reveló que el 35% del profesorado australiano planeaba dejar la profesión antes de la jubilación, una subida considerable respecto al 26% en 2019. Solo un 31% quería continuar hasta retirarse.

Los datos de 2023 del Black Dog Institute confirmaron lo que muchos ya intuían: el bienestar de los docentes está en crisis. El 70% indicó tener cargas de trabajo incontrolables y casi el 60% se sentía estresado, frente a apenas un 11% de la población general. Más del 50% mostró síntomas moderados o severos de depresión, y el 46% experimentaba ansiedad en niveles preocupantes.

Este miércoles, 50,000 maestros y líderes escolares se declararon en huelga sin pago para exigir mejoras urgentes. Según Cresta Richardson, presidenta del Sindicato de Maestros de Queensland, las propuestas del gobierno dejarían a los docentes entre los peores pagados del país en tres años.

“No podemos permitir que más educadores abandonen sus puestos. Necesitamos atraer y retener talento. Hoy es un recordatorio de lo importantes que son nuestras escuelas públicas”, declaró.

Los problemas, afirma, son generalizados: “falta de docentes en todo el estado, cargas de trabajo desbordantes, violencia laboral creciente y necesidades que requieren atención urgente”.

Todo esto sucede mientras los resultados más recientes de las pruebas NAPLAN muestran que un tercio de los estudiantes aún no alcanza los estándares mínimos en lectura y matemáticas.

Sally, por su parte, eligió esta carrera porque ama a los niños, pero también porque quería tiempo con los suyos. “En lugar de eso, llego a casa vacía, sin paciencia, sin energía. Apenas tengo algo que ofrecerles”.

Comenta que el aumento de trabajo fuera del horario escolar ha sido gradual. “Antes solo trabajábamos de noche durante época de evaluaciones. Luego fueron dos noches a la semana. Ahora es todas las noches. Si no lo hago, parece que no estoy cumpliendo con mi parte. Pero eso no lo hace normal”.

La creciente diversidad y complejidad de necesidades en el aula requiere una atención constante. A eso se suman reuniones con padres cada vez más involucrados. El resultado: jornadas interminables, tanto dentro como fuera del aula.

“Lo que más me frustra es cuando la gente dice ‘pero tienes vacaciones pagadas’. Sí, claro… pero también trabajo durante las vacaciones”, dice con ironía.

“Si calculara lo que gano por hora, probablemente borraría mi conteo de días sin llorar y volvería al día cero”.