Lolita Flores está a punto de cumplir 70 años: su vida actual impacta y revela verdades que nadie se atrevía a contar

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“¿Ser leyenda? Hubo noches en las que no tenía ni un trozo de pan en casa”, confesó Lolita Flores en una entrevista que dejó a muchos sin aliento. Esta frase corta como una navaja la imagen idealizada que el público ha construido durante décadas sobre la figura de una de las artistas más emblemáticas de España. Detrás del brillo y los aplausos, hay una historia marcada por la soledad, el dolor y cicatrices que ni el tiempo ha logrado borrar.

A las puertas de los 70 años, la vida actual de Lolita Flores no refleja el esplendor que uno esperaría de una estrella con casi medio siglo de carrera. Por el contrario, está llena de obstáculos: problemas de salud, crisis económicas, batallas emocionales y una constante lucha por mantenerse en pie. Una vida dura que pocas veces ha sido contada con crudeza.

De la cima del éxito al abismo personal

Hija de los míticos Lola Flores y Antonio “El Pescaílla”, Lolita nació bajo el peso de la fama. Desde bebé fue fotografiada por todos los medios, considerada la niña más retratada de España en su año de nacimiento.

En su juventud, sorprendió con su álbum “Amor Amor”, que la catapultó como una promesa del flamenco-pop. Con voz propia, ajena a la sombra familiar, construyó una carrera sólida que luego se expandió al teatro y la televisión. En 2002, ganó un premio Goya como actriz revelación. Pero ese éxito no fue gratuito.

Dos muertes en dos semanas: madre e hijo del mismo duelo

El año 1995 marcó un antes y un después. Primero, la muerte de su madre Lola Flores. Dos semanas después, su hermano Antonio Flores también fallecía. Lolita cayó en un abismo: alcohol, cocaína, rabia y dolor. Golpeaba espejos en los camerinos, perdía el control. “Fue un año de absoluta locura”, ha dicho.

Tres décadas más tarde, aún se siente culpable. “No hice lo suficiente”, se reprocha. Cree que Antonio quiso proteger a la familia cargando con su propio sufrimiento en silencio.

Endeudada y sin comida: la cara oculta de la fama

A pesar de la popularidad, Lolita ha vivido momentos económicamente críticos. Tras su matrimonio con el músico Pablo Durán y la venta exclusiva de su boda a una revista, las deudas comenzaron a acumularse.

Hubo días en que tuvo que pedir dinero a su hermana Rosario para poder comer. “No tenía nada, solo mi nombre. Pero con el nombre no se paga el supermercado”, lamentó. Hoy, ha saldado sus cuentas con Hacienda, trabaja con regularidad y vive en un piso de alquiler modesto, pero digno.

Salud frágil, pero una voluntad de hierro

A los 67 años, Lolita admite que el cuerpo le pasa factura. Dolores, infecciones respiratorias, bronquitis, y un cáncer de útero que superó tras una cirugía en diciembre de 2023. Sin embargo, su energía permanece intacta. Sigue actuando, aparece en televisión y participa como jurado en concursos. No por vanidad, sino porque es su forma de sentirse viva.

Amor, rupturas y un corazón que no se cierra del todo

Dos matrimonios, varios desengaños y relaciones que no cuajaron. Lolita asegura que el amor ha sido cruel con ella. “Me sentí humillada como mujer”, confesó. Su boda con Guillermo Furiase en 1982 fue un escándalo mediático. Miles de fans irrumpieron en la iglesia y tuvieron que casarse en el despacho del cura.

Tras divorciarse en 1995, vivió cinco años con Juan y Medio, con quien aún mantiene una amistad especial. Luego vino su relación con Pablo Durán, que terminó en 2015. A pesar de estar soltera, no descarta volver con Juan y Medio, aunque bromea: “Quiero un novio que no se quede a dormir”.

Un legado lleno de cicatrices

Lolita no ha tenido una vida fácil. Asegura que ha pagado un precio altísimo por ser quien es. “Por ser Lolita Flores, he renunciado a mi libertad”, dice. Ni siquiera pudo despedirse a solas de su madre en el funeral, debido al gentío.

Aun así, nunca ha dejado de luchar. Incluso cuidó de su exmarido Furiase durante tres años cuando este sufrió un ictus, a pesar de ya estar en otra relación.