Gabriel Coronel y Daniela Ospina abrieron las puertas de la casa donde hoy escriben una nueva etapa junto a sus hijos.

Para la pareja, no se trata solo de una vivienda, sino de un refugio familiar que fueron transformando poco a poco hasta convertirlo en el espacio que soñaban.

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Cuando llegaron, el lugar estaba prácticamente vacío. Con paciencia, dedicación y mucho esfuerzo, fueron dándole vida a cada rincón, desde las habitaciones hasta las áreas comunes.

Hoy, la luz natural, los colores cálidos y los detalles sencillos transmiten serenidad y armonía.

El hogar refleja también la dinámica familiar. Lorenzo, el hijo menor, tiene su propio espacio para jugar y crecer feliz, mientras que Salomé, la hija mayor de Daniela, comparte momentos que refuerzan la unión de hermanos.

En cada escena cotidiana, la pareja encuentra motivos para sentirse agradecida.

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Gabriel y Daniela disfrutan de lo simple: cocinar juntos, pasar tiempo en el family room o compartir las rutinas nocturnas con los niños.

Más allá de sus compromisos profesionales, han logrado construir un ambiente donde la tranquilidad y el amor son protagonistas.

Lo que comenzó como un sueño compartido hoy es una realidad que sigue evolucionando. Y aunque ya disfrutan de un hogar pleno, la sensación es que aún queda mucho por escribir en esta historia familiar.

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