Hay veces en que el silencio duele más que cualquier grito. Y cuando ese silencio viene de un padre hacia su hijo, la cosa se vuelve delicada… y mediática.

Marjorie de Sousa, con la emoción a flor de piel, se despachó en una entrevista donde dejó claro algo que viene arrastrando desde hace tiempo: según ella, Julián Gil no llama a su hijo.

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Así, sin filtros. No se guardó nada. Ni una sola palabra para suavizar la bomba que soltó.

La actriz, como quien ya está cansada de justificar, dijo que no va a seguir poniendo excusas ni protegiendo lo que, a sus ojos, es simple: el niño ya está grande, se da cuenta de todo, y si el papá no llama… bueno, que saque sus propias conclusiones.

Porque sí, eso fue lo que dejó entrever. Que el pequeño pregunta, que espera, y que del otro lado no hay ni una llamada perdida.

Y claro, las redes estallaron. Unos la apoyan, otros la acusan de querer quedar como víctima.

Pero lo cierto es que, más allá del chisme, hay una historia de fondo que nunca se terminó de cerrar del todo entre Marjorie y Julián. Un tire y afloje que ya lleva años, con abogados, demandas y más cámaras que abrazos.

Lo interesante es que, aunque muchos creían que la cosa ya estaba en pausa, ella misma volvió a encender la llama.

Pero no fue con gritos ni con indirectas: fue con una frase directa, potente y cargada de frustración.

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