El mundo del boxeo conoce a Canelo Álvarez por su técnica impecable y su disciplina en el ring, pero fuera de él, el pugilista ha dado muestras de su carácter en otras batallas, como la que ocurrió recientemente en una exclusiva agencia de autos en Guadalajara.

Todo comenzó cuando Canelo, tras una intensa sesión de entrenamiento, envió a su fiel asistente, Eduardo Martínez, a recoger su Lamborghini Aventador de una agencia de autos de lujo.

Don Eduardo, como lo llamaban con respeto en el equipo, era un hombre de confianza que había trabajado con el boxeador durante más de ocho años. Sin embargo, lo que debió ser un simple encargo se convirtió en una humillación cuando Eduardo fue tratado con desdén por el personal de la agencia.

Vestido con ropa sencilla y con una mochila gastada, Eduardo fue recibido con miradas de desconfianza y comentarios burlones. A pesar de mostrar la tarjeta de servicio y los documentos necesarios, los empleados se negaron a entregarle el vehículo, argumentando que solo podrían dárselo a alguien “oficial”.

La incredulidad y el clasismo quedaron en evidencia cuando, incluso tras identificarse, le exigieron llamar a Canelo para comprobar su versión. Cuando el boxeador no respondió de inmediato, los empleados se burlaron y le pidieron que se retirara.

Pero la historia no terminó ahí. Eduardo, sintiéndose indignado pero sin perder la dignidad, logró contactar a Canelo, quien, al enterarse de la situación, se dirigó personalmente a la agencia. Su llegada cambió el ambiente de inmediato.

Los mismos empleados que momentos antes despreciaban a Eduardo, ahora se mostraban serviciales y nerviosos. Sin embargo, Canelo, con su característica franqueza, los confrontó: “Don Eduardo es más que mi empleado, es mi familia. Si no lo respetan a él, no me respetan a mí.”

El boxeador exigió que todos los involucrados pidieran disculpas a Eduardo, dejando claro que el respeto no depende de la apariencia ni de la ropa que uno vista.

Pero Canelo no se detuvo ahí: en un acto inesperado, decidió comprarle a su asistente un BMW Serie 3 completamente nuevo. “Siempre ha llegado al gimnasio sin importar el clima ni las condiciones. Es hora de que tenga un auto digno”, dijo.

El incidente se volvió viral cuando testigos comenzaron a compartir la historia en redes sociales. La agencia se vio obligada a emitir una disculpa pública y a tomar medidas disciplinarias contra los empleados responsables del trato discriminatorio. Alejandro Méndez, el gerente que había humillado a Eduardo, fue despedido al día siguiente.

Para Eduardo, el verdadero regalo no fue el BMW, sino la dignidad que su patrón le devolvió ante quienes lo menospreciaron. Y para Canelo, aquella jornada fue un recordatorio de algo que nunca ha olvidado: “El valor de una persona no está en su dinero ni en su ropa, sino en su lealtad y su corazón.”