Lo que pudo haber sido uno de los eventos más mediáticos y polémicos del boxeo moderno, terminó sepultado bajo una cifra escalofriante: 300 millones de dólares.

Jake Paul, el polémico influencer convertido en boxeador profesional, acusa directamente a Turki Alalshikh, presidente de la Autoridad General de Entretenimiento de Arabia Saudita, de haber intervenido para evitar su combate con Saúl “Canelo” Álvarez.

Según Paul, el combate ya estaba negociado, prácticamente cerrado, y programado tentativamente para mayo en Las Vegas. Pero todo cambió, dice él, cuando entraron en juego intereses mucho más grandes de lo que el propio deporte puede controlar.

“Turki Alalshikh amenazó con cancelar el contrato de 300 millones que Canelo tiene con Riyadh Season si aceptaba pelear conmigo”, declaró Paul durante una entrevista con Ariel Helwani. “No podían soportar que yo organizara el evento más grande sin ellos”.

Un combate que nunca fue… por razones que no fueron deportivas

Jake Paul, quien ha desafiado sistemáticamente a las convenciones del boxeo profesional, buscaba lo que parecía imposible: subir al ring con uno de los mejores libra por libra del mundo. Las críticas llovieron desde el inicio, muchos consideraban que era una pelea “circo”, una burla al deporte. Sin embargo, las cifras proyectadas eran monumentales. Se hablaba de más de 2 millones de compras en PPV, una bolsa superior a los 100 millones y, sobre todo, un alcance global sin precedentes.

Y precisamente ahí, en ese potencial económico y mediático, es donde Jake Paul asegura que intervinieron los intereses de Arabia Saudita. Canelo, quien firmó un acuerdo histórico por cuatro peleas con Riyadh Season, estaría sujeto a cláusulas estrictas sobre el perfil de sus rivales. Un combate con Jake Paul –fuera del circuito tradicional y sin aval de los grandes organismos– habría representado un riesgo de imagen y una “afrenta” a los planes estratégicos del reino saudí.

¿El precio de la libertad? 300 millones de dólares

Desde que firmó con Riyadh Season, Canelo ha disputado ya su primera pelea bajo ese acuerdo: la contundente victoria por KO ante el cubano William Scull, el pasado 3 de mayo. Se espera que la segunda sea la tan esperada unificación contra Terence Crawford en septiembre.

Lo que Jake Paul plantea es que esa estabilidad económica de Canelo –que lo ha convertido en uno de los deportistas mejor pagados del planeta– está condicionada por decisiones que ya no pasan por su equipo, sino por un tablero político y empresarial que excede al boxeo.

“Lo tenían agarrado. Le dijeron: ‘Si peleas con Paul, se acaba el negocio con Riyadh’. Y eligió el dinero, no la pelea”, sentenció el youtuber.

Canelo guarda silencio, pero el mensaje es claro

Hasta ahora, ni Canelo ni su equipo han respondido directamente a las acusaciones de Jake Paul. Sin embargo, el propio Turki Alalshikh, en una breve declaración al diario árabe Asharq Al-Awsat, dejó entrever su postura: “Nosotros apoyamos el boxeo profesional, no espectáculos”. Una frase corta, pero cargada de significado.

En círculos cercanos a Canelo, se comenta que el campeón mexicano considera que un combate con Paul afectaría su legado deportivo. No obstante, el silencio ha sido la norma. El tapatío no ha negado ni confirmado las presiones, pero tampoco ha cerrado la puerta a un futuro enfrentamiento con el estadounidense.

El show debe continuar… pero no con Paul

Mientras tanto, Jake Paul sigue construyendo su propio camino. Próximamente enfrentará a Julio César Chávez Jr. en Anaheim, una pelea que también ha desatado controversia, pero que promete audiencias millonarias.

La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta qué punto los contratos comerciales, las agendas políticas y los intereses geoestratégicos están definiendo el presente del boxeo? ¿Y qué significa para los aficionados que combates atractivos se pierdan no por razones deportivas, sino por presiones tras bambalinas?

Una pelea bloqueada, una polémica abierta

Jake Paul lo dijo sin rodeos: “Esta es la mayor interferencia que he visto. Pensé que el boxeo era duro, pero lo que hay detrás de él es peor”. Puede que nunca suba al ring con Canelo, pero su acusación ha dejado al descubierto algo mucho más profundo: que el boxeo moderno, lejos de ser solo puños y coraje, está atrapado entre chequeras y contratos multimillonarios.

Y mientras Canelo sigue construyendo su legado en tierras sauditas, Jake Paul sigue apuntando su dedo hacia donde duele: el corazón mismo del negocio.