Mi esposa no pudo tener hijos durante mucho tiempo, así que cuando mi amante me dijo que estaba embarazada, me llené de alegría. La consentí en todo lo posible… pero al final, recibí una lección dolorosa.

Mi esposa y yo tuvimos una hermosa historia de amor antes de casarnos. Pero el amor es una cosa, y el matrimonio es otra. Nuestros sentimientos apasionados se desvanecieron rápidamente tras tres años de casados. Además, nuestra incapacidad para tener hijos hizo que todo se volviera agotador y monótono, y el ambiente en casa cada vez más tenso.

Mientras nuestro matrimonio estaba al borde del colapso, conocí a Linh a través de un grupo de amigos en común. Con ella, sentía que regresaba la emoción, la alegría y la chispa del enamoramiento. Pronto comenzamos una relación.

Cuatro meses después, Linh me anunció que estaba embarazada. Me alegré muchísimo, ya que durante años había querido tener un hijo, cosa que mi esposa no había logrado. Empecé a planear divorciarme de mi esposa para estar con Linh. Pero en ese momento, mi padre estaba recibiendo tratamiento para el corazón y temía que si se enteraba, su salud empeorara. Así que decidí esperar un poco más.

Durante ese tiempo, me volví frío y distante con mi esposa, y dediqué toda mi atención a Linh y al bebé. Mi esposa sabía de la aventura, pero la soportó en silencio—ella siempre fue una mujer amable y tranquila.

Cuando Linh tenía cinco meses de embarazo, me pidió que le comprara un apartamento amplio y cómodo para ella y el bebé, en lugar de seguir alquilando. Ya lo había estado considerando, así que sin dudarlo, acepté. Le compré un apartamento de lujo valorado en más de 4 mil millones de VND (aproximadamente 170,000 USD), con tres habitaciones y todas las comodidades, como regalo para mi amante.

El día que Linh entró en trabajo de parto, estuve a su lado en el hospital por más de diez horas. Cuando escuché el llanto del bebé desde la sala de partos, me invadió una alegría inmensa y las lágrimas corrieron por mi rostro. Pero cuando la enfermera trajo al bebé, me congelé. El niño no se parecía en nada a mí, pero sí exactamente a Long, uno de mis amigos cercanos.

Linh notó que algo andaba mal. Llamé a mi hermana menor para que viniera al hospital a ver al bebé, y también dijo que se parecía muchísimo a Long.

Sospechoso, intenté actuar con normalidad. Me costó mucho, pero finalmente logré conseguir una muestra de cabello de Long para hacer una prueba de ADN. El resultado confirmó que el niño que Linh había dado a luz era, de hecho, hijo de Long.

Ante la evidencia irrefutable, Linh confesó su culpa. Admitió que había estado saliendo tanto conmigo como con Long al mismo tiempo. Cuando quedó embarazada, no sabía de quién era el bebé. Pero al ver que yo tenía más dinero y muchas ganas de ser padre, decidió “atraparme”.

Quedé devastado por la dura verdad. Pero aún tuve la suerte de que mi esposa me perdonó y me dio una oportunidad para enmendar mi error. Tras reconciliarnos, fuimos al médico y descubrimos que la razón por la que no habíamos tenido hijos era porque yo tengo azoospermia, una condición en la que no hay esperma en el semen.

Ahora, estoy haciendo todo lo posible para someterme a tratamiento con la esperanza de tener un hijo algún día. Un solo error me costó muy caro—no solo en términos económicos, sino también la confianza de mi esposa y mucho dolor para ella. Cada día hago todo lo que puedo para compensarla. También me preocupa profundamente mi condición… no sé si se puede curar.