Felipe Arriaga, conocido también como el “Príncipe Purépecha”, fue un hombre de música, lealtad y generosidad.
Nació en Cotija, Michoacán, y desde joven demostró un talento único para la música que lo llevaría a convertirse en una de las figuras más queridas de la música mexicana. A lo largo de su carrera, su voz y su carisma marcaron a una generación, pero su vida fue tan compleja como la música que cantaba.
Felipe Arriaga no solo fue un destacado cantante de mariachi, sino también un hombre que brindó oportunidades a otros, como lo hizo con Vicente Fernández.
Su amistad con Vicente, que comenzó cuando Felipe lo ayudó a dar sus primeros pasos en la música, se convirtió en un lazo inquebrantable. Juntos hicieron historia, y su legado conjunto fue reconocido por todos, pero la trágica muerte de Felipe, en noviembre de 1988, dejó un vacío imposible de llenar.

Una noche tranquila de noviembre, Felipe Arriaga fue asesinado afuera de su casa en Ciudad de México. Cinco disparos resonaron en la noche, acabando con su vida mientras su familia gritaba en desesperación.
La identidad de su asesino, al igual que las razones detrás del crimen, siguen siendo un misterio hasta el día de hoy. Aunque se barajaron muchas teorías, ninguna pudo esclarecer el motivo de su trágica muerte.
Algunos sugirieron que fue un acto de venganza personal, otros creyeron que estuvo relacionado con el narcotráfico, y algunos incluso llegaron a insinuar que su asesinato pudo haber sido orquestado por un rival celoso de su éxito.
A pesar de los rumores, no hubo pruebas que confirmaran ninguna de estas teorías. La investigación se cerró de forma abrupta, y el caso quedó sin resolver, dejando tras de sí una maraña de especulaciones y preguntas sin respuesta.
Felipe Arriaga, quien había dedicado su vida a la música, a su familia y a sus amigos, murió de una manera violenta y prematura, pero su legado sigue vivo en cada nota de su música.
Felipe Arriaga dejó una marca imborrable en el mundo del mariachi y la música ranchera, y su muerte no fue más que una triste despedida para un hombre que, a través de su música, le dio vida a la cultura mexicana.
Vicente Fernández, su amigo y compañero, nunca olvidó lo que Felipe hizo por él, y en cada presentación, lo homenajeó cantando sus canciones. A través de la música, Felipe sigue siendo recordado y honrado, no solo por sus fans, sino también por sus hijos, quienes continúan su legado de diferentes maneras.
La historia de Felipe Arriaga es una de talento, amistad, y un destino trágico que nadie vio venir. Su muerte sigue siendo un misterio, pero lo que es indiscutible es que su música y su espíritu viven en cada acorde, en cada letra, y en cada corazón que late al ritmo de su inconfundible voz.
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