El sicario que cambió el rumbo de Michoacán tenía solo 19 años y una historia marcada por el crimen organizado
La noche del 1 de noviembre, mientras las calles de Uruapan se llenaban de luces, flores y música para celebrar el tradicional Festival de las Velas, la muerte caminaba entre la multitud. Nadie lo notó al principio. Un joven flaco, de mirada vacía y paso firme, se abrió paso entre familias que festejaban el Día de Muertos. A las 8:10 de la noche, las cámaras del C4 lo captaron por primera vez. Vestía una sudadera gris y no levantó la vista ni una sola vez.

Minutos después, siete disparos quebraron la música y el aire se volvió pólvora. El alcalde Carlos Manso Rodríguez, de 46 años, cayó al suelo con dos impactos en el estómago y uno en el brazo. La fiesta se transformó en caos: madres abrazando a sus hijos, gritos, gente corriendo sin dirección. En medio del horror, los escoltas de la Guardia Nacional reaccionaron. El atacante trató de huir, pero no llegó lejos. Fue abatido a pocos metros del kiosco central.
El agresor no tenía más de 19 años. En su cuerpo, los peritos hallaron anfetaminas, marihuana y una pistola calibre 9 mm, vinculada con dos homicidios previos. En los brazos, doce tatuajes que hablaban un lenguaje propio: cráneos, números, coronas, símbolos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Cada marca era una firma. Cada cicatriz, una orden.
Horas después, el jefe de inteligencia Omar García Harfuch confirmó lo que muchos temían: el asesino era Osvaldo Gutiérrez Vázquez, alias El Cuate, originario de Apatzingán. “No actuó solo —dijo Harfuch—. Esto fue un mensaje. Y el Estado va a responder con toda su fuerza”.
El joven que nació para morir esa noche
De El Cuate poco se sabe. Su historia se pierde entre los callejones de la colonia Miguel Hidalgo, donde los niños aprenden pronto a reconocer el sonido de los disparos. Tenía vínculos familiares con El Prangana, un operador del CJNG ligado a los hermanos Ramón y Rafael Álvarez Ayala, conocidos como R1 y R2, lugartenientes de la organización en Michoacán.
Según fuentes de inteligencia, el joven fue drogado, instruido y enviado con una misión clara: asesinar al alcalde Manso. En su bolsillo se halló una tarjeta de hotel arrugada, que llevó a los investigadores a un hospedaje cercano donde, según los registros, se alojó con otro hombre aún no identificado. Las cámaras de seguridad captaron a este segundo sujeto caminando cinco metros detrás de El Cuate, vigilante, como si lo escoltara. Cuando comenzó el tiroteo, desapareció entre la multitud.
“Eso confirma que El Cuate fue solo el ejecutor visible”, declaró una fuente de la fiscalía. “La orden vino de arriba”.
Un alcalde incómodo para muchos
Carlos Manso Rodríguez no era un político cualquiera. Nacido en Uruapan, había sido comerciante y abogado antes de llegar a la presidencia municipal. Apenas llevaba diez meses en el cargo, pero ya había tocado intereses peligrosos.
Manso había cerrado contratos irregulares, restringido rutas controladas por grupos criminales y ordenado operativos en colonias conflictivas como La Cedrera y Santa Rosa. Nunca aceptó escoltas adicionales. “No tengo miedo, aquí me cuida la gente”, solía decir.
Pero la noche del ataque, ni la gente ni los guardias pudieron salvarlo. Fue trasladado al hospital aún con vida, pero a las 9:58 p.m. su corazón se detuvo. Su esposa, Grecia Quiroz, fue la primera en llegar. Los médicos bajaron la mirada antes de hablar. “No hacía falta decir nada”, contó uno de ellos. “Ella entendió todo en ese silencio”.
El eco del crimen
En Uruapan, el amanecer siguiente fue de luto y rabia. La plaza Morelos amaneció custodiada por militares. Las flores del festival seguían encendidas, pero ahora eran velas por el alcalde caído.
El gobernador Alfredo Ramírez Bedoya declaró que se trató de “un ataque directo al Estado”. La fiscalía confirmó que la pistola usada por El Cuate había sido empleada en otros asesinatos del CJNG en Tierra Caliente. Todo apuntaba a un crimen orquestado, una ejecución política disfrazada de ataque individual.
Lo más inquietante: nadie reclamó el cuerpo del joven asesino. Ni familiares, ni amigos, ni conocidos se presentaron en la morgue. Como si su vida hubiera sido diseñada solo para morir esa noche.
Los rumores crecieron rápido. “A ese chavo lo trajeron solo a matar”, decían los vecinos. “Eso no fue por dinero, fue por poder”.
Un país que se acostumbra al miedo
Mientras las autoridades prometen justicia, la gente ha aprendido a bajar la voz. Los negocios cierran temprano, las patrullas circulan con luces apagadas, y los altares de muertos ahora mezclan flores con miedo.
En la plaza donde Manso fue baleado, alguien dejó una cartulina con una frase escrita en marcador negro:
“A los que matan a la luz del día, ¿quién los protege en la oscuridad?”
La pregunta flota sobre Uruapan, sobre Michoacán, sobre un país que parece acostumbrarse al horror. Y aunque el joven sicario cayó y el alcalde fue enterrado, la verdad sigue libre, moviéndose entre sombras, esperando su turno para ser encontrada.
News
EL BEBÉ DEL MILLONARIO NO COMÍA NADA, HASTA QUE LA EMPLEADA POBRE COCINÓ ESTO…
El bebé del millonario no comía nada hasta que la empleada pobre cocinó esto. Señor Mendoza, si su hijo no…
At Dad’s Birthday, Mom Announced «She’s Dead to Us»! Then My Bodyguard Walked In…
The reservation at Le Bernardin had been made three months in advance for Dad’s 60th birthday celebration. Eight family members…
Conserje padre soltero baila con niña discapacitada, sin saber que su madre multimillonaria está justo ahí mirando.
Ethan Wells conocía cada grieta del gimnasio de la escuela. No porque fuera un fanático de la carpintería o un…
“ME LO DIJO EN UN SUEÑO.” — Con la voz entrecortada, FERDINANDO confesó que fue su hermano gemelo, aquel que partió hace años, quien le dio la noticia más inesperada de su vida.
¿Coincidencia o señal? La vida de Ferdinando Valencia y Brenda Kellerman ha estado marcada por la disciplina, la fe y…
“NO ERA SOLO EL REY DE LA COMEDIA.” — Detrás de las cámaras, CANTINFLAS también guardaba un secreto capaz de reescribir su historia.
Las Hermanas del Silencio Durante los años dorados del cine mexicano, cuando la fama se tejía entre luces, celuloide y…
Me casaré contigo si entras en este vestido!, se burló el millonario… meses después, quedó mudo.
El gran salón del hotel brillaba como un palacio de cristal. Las lámparas colgaban majestuosas, reflejando el oro de las…
End of content
No more pages to load






