Gloria Estefan siempre ha considerado a su hija Emily un regalo inesperado de la vida.

Tras el grave accidente que sufrió en 1990, los médicos le habían asegurado que no volvería a ser madre, pero cuatro años más tarde llegó Emily para demostrar lo contrario.

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Desde entonces, su llegada no solo significó una bendición para la familia Estefan, sino también una fuente de alegría y aprendizaje constante para Gloria.

A lo largo de los años, Emily atravesó etapas de incertidumbre y cuestionamientos personales.

En esos momentos, siempre contó con el respaldo de sus padres, quienes estuvieron a su lado para orientarla y recordarle que no debía tener miedo de ser auténtica.

Esa guía familiar fue clave para que ella pudiera enfrentar con firmeza los retos de la vida y mantenerse fiel a sí misma.

Más allá del ámbito artístico, Gloria dejó claro que lo más importante para ella es la felicidad plena de Emily.

Su deseo no es otro que verla realizada, no solo como cantante, sino también como mujer que encuentra equilibrio y paz en su vida personal.

Esa postura refleja un apoyo incondicional, que no se limita a impulsar su carrera, sino también a sostenerla emocionalmente en cada decisión.

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